Más de 600.000 personas vibramos ayer domingo durante las casi cuatro horas que duró la Marcha "VivAmérica 2009" por las calles de Madrid. Alegría desbordante, vestidos de colores, baile, música, banderas, aplausos y, sobre todo, un fuerte sentimiento de unidad inundaron Recoletos y el Paseo del Prado.
Lo mejor de todo: disfrutar juntos, sabernos en familia sintiendo intensamente ese lazo común... reconocer lo querido y conocido, descubrir y asombrarse con lo distinto y desconocido... ¡Fue increíble! Esa corriente que te recorre de pies a cabeza y que sólo puedes sentir de esa forma estando ahí...
Fue el broche final del Festival VivAmérica que por tercer año consecutivo ha tenido lugar en la capital de España (esta vez con celebración también en las ciudades de Cádiz, Bogotá y Santo Domingo). Tocaba cerrar cuatro días llenos de cine, exposiciones, literatura, tertulias, conferencias y conciertos con una gran fiesta que pocos latinoamericanos quisieron perderse y a la que muchísimos españoles nos sumamos también.
Cuando me acercaba a Atocha, todavía en el metro, vi los primeros signos de que empezaba la fiesta: viajaban en mi vagón tres jóvenes bolivianas con preciosos trajes de morenada, varias mujeres ecuatorianas también con su traje típico, familias y grupos de amigos con banderitas de distintos países... y ya en la superficie, una explosión de color que iría en aumento durante toda la tarde.
Cada minuto, cada tramo del recorrido nos reservaba una sorpresa. Tan pronto contemplábamos admirados una danza ceremonial precolombina como veíamos bailar una polka paraguaya o un candombe de Uruguay, o llegaban los mariachis cantando a México... Tuvimos tango, cumbia, rancheras, samba e incluso intentamos bailar bachata (en mi caso, con muy poco arte, pero sobrada de entusiasmo y alegría)...
Tres camiones-escenario llegaron para el fin de fiesta. Sobre cada uno de ellos, una actuación "en movimiento": En el primero venía el dominicano Víctor Víctor, en el segundo el grupo Mojarra Eléctrica y en el tercero (muy esperado y muy aplaudido), el argentino Fito Páez.
Fue Fito Páez que fue quien en torno a las diez de las noche, tras dirigirse uno por uno a todos los países participantes, cerró la marcha y dio la fiesta por concluida con un "Buenas noches, Madrid". Tardamos en dispersarnos (¡aún sonaba música aquí y allá, y teníamos ganas de seguir hablando, bailando y compartiendo...!) y cuando al fin poco a poco nos fuimos marchando, todos llevábamos una gran sonrisa y la agradable sensación de haber pasado una tarde magnífica entre hermanos.
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